Almagro conversó con el artista sobre su transición desde la ilustración a la pintura y el cambio de perspectiva de sus obras.
Su camino por el arte fue fortuito y sorpresivo. En su familia siempre estuvo presente la veta artística, pero transitó por la ingeniería y la arquitectura, hasta que por motivos de fuerza mayor debió dejar los estudios y comenzó a trabajar en una oficina de diseño.
De eso ya suma más de 25 años en el mundo de la gráfica, dedicando la última década a trabajar en formato grande, encontrando en ello una liberación en relación a la precisión de las ilustraciones.
Su obra es su historia. En sus cuadros se mezclan los trazados matemáticos, líneas estructurales aplicadas de manera artística como retículas que ordenan la anarquía de los colores.
Lo que a mí me encanta y siempre me gustó de mi trabajo es provocar algún tipo de emoción. Generar tranquilidad, que connoten cosas agradables y positivas, una especie de estado onírico.
